ETAPA 5.-
A las
siete y treinta de la tarde, todos estábamos en el saco. Hacía frío, mucho
frío, pero la razón era otra. Nuestra cabeza estaba en la subida que tendríamos
que iniciar sobre la medianoche. A Ramón no se le oía, Damián parecía tranquilo
y yo intentaba imaginar las zetas de la
senda y la cumbre del Kili. La tranquilidad y las buenas sensaciones de todos
mis compañeros me tranquilizaban, me daban energía positiva. El grupo completo con David, Fran, Maurcio y Mónica más
nosotros, estaba con un ánimo tremendo pero todos teníamos en esa mirada un
poco ausente, la inquietud que ya conozco el día previo a una subida. Antes, nuestro
guía Juma, nos reunió en la tienda
comedor y nos comentó los últimos detalles que no eran otros que ahora
descansar y a las 11,30 de la noche despertarnos, tomar un té y salir con todo
el abrigo hacia cumbre. En la mochila, agua, termo, barrita energética, abrigo
y mucha ilusión. Esas horas hasta la medianoche fueron largas. Seguro que nadie
durmió. Yo me concentré en respirar bien, en tener pensamientos positivos e
imaginar paisajes bonitos. Pensé que ya estando allí estaba más que
recompensado por el Kili. El viento y el agua nieve que caía me inquietaba pero
en el fondo pensaba que hacía falta algo más que eso para pararme. A eso de las
11 de la noche, dejó de nevar y cesó el viento. La montaña nos abría su
corazón. Miré el reloj, eran las 0,20 h..Salimos todos en silencio y comenzó un
larga subida. Zetas y más zetas, lucecitas a lo lejos que se confundían con las estrellas del firmamento. El tiempo frío y
sin viento, nos permitía avanzar bien y a parar cuando Juma nos lo indicaba. El
paso era corto, lento y sin pausa, el “pole
pole”. Pasamos una seis horas subiendo de forma continua. Juma se quedó atrás con
una de nuestras compañeras, Mónica y los demás
con Issha y otro chico que nos acompañaba. La altura no nos afectaba. Ramón,
Damián y el resto subía bien. Pensé que
había que caminar hasta que saliera el sol y ya está. Lo hacía sobre las seis y
media y esa era la hora prevista para
estar cerca de cumbre. Cuando miré el reloj , altitud y hora, ya estaba seguro
que llegaba porque el tiempo seguía claro. Subimos y subimos y en un momento
dado la pendiente se acabó. Llegamos a Stella Point, vimos el cartel, a una hora o menos de la
cumbre y ahí se me disparó la adrenalinas. Fueron esos momentos previos que
tanto me gustan cuando vas a hacer una cumbre y la tienes ahí. David iba por delante y mis compañeros, detrás de
una roca, descansaron un momento y sacaron unas fotos. Amanecía y no aguanté. A
Damián y Ramón les comenté que iba delante, ellos enseguida se pusieron en marcha . El asistente
del guía Issha, esperaba a que el grueso del grupo tomara algo. El trayecto de
una hora o así lo hice en 20 minutos por el borde del cráter del Kibo y a cada paso con los primeros rayos del día, los
pensamientos se me agolpaban. Me acordé de Merchi, de Silvia, de Airam y me
controlé las ganas de chillar . Miré
para detrás y ví a mis amigos. Estábamos en la cumbre de África y lo más
importante, los tres que salimos de Tenerife hace una semana. Los otros
compañeros, David que ya estaba allí, Fran, Mauricio y Mónica llegaron en
distintos momentos. Eran las 6,50 h. del
jueves 6 de marzo. El cráter y sobre todo esos muros de hielo al fondo, eran objetivo de mis ojos. La grandeza del glaciar
y por debajo las nubes que corrían hacia nosotros configuraban una imagen
imborrable. Cuando llegué a esas tablas que indican que estaba en el pico Uhuru
( 5895 m), mi compañero David me sacó unas fotos. Miré detrás y venía Damián.
Otra foto. Esperamos por Ramón. La foto y el recuerdo tenía que ser triple. Los
tres . Y allí estábamos . Sacamos más fotos y por el frío (sensación térmica de
-10/ -12) y las nubes que venían deprisa y cubrían todo, iniciamos el descenso.
La bajada fue una gozada. Cada uno a su
bola una vez que bajamos de los primeros metros. Llegamos sobre las 10 de la
mañana al campamento Barafu. Cuando nos reunimos todos, lo celebramos.
Descansamos un rato porque este mismo día tendríamos que bajar hasta la cota
3100 metros en el campo Mweka. Sobre las tres y media de la tarde iniciamos el
descenso a este campo al que se va por
una ruta más directa y pasando por un campo intermedio. La bajada, primero monótona se convirtió luego en una senda por
barranquillos entre brezales hasta llegar a Mweka, un claro en la selva húmeda.
Llegando , la lluvia arreció. Que más nos daba. Comentar el día, comer, dormir, soñar y hasta
mañana.
ETAPA 6.- DE MWEKA A
MOSHI.
Terminamos de bajar. Recorrido por la selva
húmeda en una mañana excelente. Disfrutando del sol y sus rayos que penetraban
entre las ramas, bajamos a nuestro aire. Nos dedicamos a la fotografía y a disfrutar
del mundo vegetal y animal. Los enormes
helechos, las plantas de flores llamativas, las próteas salvajes y tantas y
tantas plantas nos motivan para escribir un artículo sobre esta flora y sus similitudes
con la macaronesia. Pero eso será en otra reseña. Pájaros, hormigas, insectos,
monos de cola blanca, los monos negros,…todos nos van deleitando esta caminata
que no queremos que acabe nunca. Algunos
porteadores cantaban y chillaban. También ellos iban contentos. Bajaban a
Moshi con su trabajo bien hecho. Algunos como Bariki, Jahi, Innocent, Emanel, Rogendia ( la
única chica porter y de otro grupo que
vimos) y otros muchos conforman un recuerdo imborrable en nuestras mentes. Para
ellos , para Juma , el guía, Issha, el asistente y para todos los que de alguna
manera nos han ayudado a cumplir un pequeño sueño, gratitud eterna.-
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