domingo, 16 de marzo de 2014

KILIMANJARO (IV); Cumbre y bajada

ETAPA 5.-
      A las siete y treinta de la tarde, todos estábamos en el saco. Hacía frío, mucho frío, pero la razón era otra. Nuestra cabeza estaba en la subida que tendríamos que iniciar sobre la medianoche. A Ramón no se le oía, Damián parecía tranquilo y yo intentaba  imaginar las zetas de la senda y la cumbre del Kili. La tranquilidad y las buenas sensaciones de todos mis compañeros me tranquilizaban, me daban energía positiva. El grupo completo  con David, Fran, Maurcio y Mónica más nosotros, estaba con un ánimo tremendo pero todos teníamos en esa mirada un poco ausente, la inquietud que ya conozco el día previo a una subida. Antes, nuestro guía  Juma, nos reunió en la tienda comedor y nos comentó los últimos detalles que no eran otros que ahora descansar y a las 11,30 de la noche despertarnos, tomar un té y salir con todo el abrigo hacia cumbre. En la mochila, agua, termo, barrita energética, abrigo y mucha ilusión. Esas horas hasta la medianoche fueron largas. Seguro que nadie durmió. Yo me concentré en respirar bien, en tener pensamientos positivos e imaginar paisajes bonitos. Pensé que ya estando allí estaba más que recompensado por el Kili. El viento y el agua nieve que caía me inquietaba pero en el fondo pensaba que hacía falta algo más que eso para pararme. A eso de las 11 de la noche, dejó de nevar y cesó el viento. La montaña nos abría su corazón. Miré el reloj, eran las 0,20 h..Salimos todos en silencio y comenzó un larga subida. Zetas y más zetas, lucecitas a lo lejos  que se confundían con  las estrellas del firmamento. El tiempo frío y sin viento, nos permitía avanzar bien y a parar cuando Juma nos lo indicaba. El paso era corto, lento  y sin pausa, el “pole pole”. Pasamos una seis horas subiendo de forma continua. Juma se quedó atrás con una de nuestras compañeras, Mónica y los demás  con Issha y otro chico que nos acompañaba. La altura no nos afectaba. Ramón, Damián  y el resto subía bien. Pensé que había que caminar hasta que saliera el sol y ya está. Lo hacía sobre las seis y media y esa era la hora  prevista para estar cerca de cumbre. Cuando miré el reloj , altitud y hora, ya estaba seguro que llegaba porque el tiempo seguía claro. Subimos y subimos y en un momento dado la pendiente se acabó. Llegamos a Stella Point,  vimos el cartel, a una hora o menos de la cumbre y ahí se me disparó la adrenalinas. Fueron esos momentos previos que tanto me gustan cuando vas a hacer una cumbre y la tienes ahí. David  iba por delante y mis compañeros, detrás de una roca, descansaron un momento y sacaron unas fotos. Amanecía y no aguanté. A Damián y Ramón les comenté que iba delante,  ellos enseguida se pusieron en marcha . El asistente del guía Issha, esperaba a que el grueso del grupo tomara algo. El trayecto de una hora o así lo hice en 20 minutos por el borde del cráter del Kibo y a  cada paso con los primeros rayos del día, los pensamientos se me agolpaban. Me acordé de Merchi, de Silvia, de Airam y me controlé las  ganas de chillar . Miré para detrás y ví a mis amigos. Estábamos en la cumbre de África y lo más importante, los tres que salimos de Tenerife hace una semana. Los otros compañeros, David que ya estaba allí, Fran, Mauricio y Mónica llegaron en distintos momentos.  Eran las 6,50 h. del jueves 6 de marzo. El cráter y sobre todo esos muros de hielo al fondo, eran  objetivo de mis ojos. La grandeza del glaciar y por debajo las nubes que corrían hacia nosotros configuraban una imagen imborrable. Cuando llegué a esas tablas que indican que estaba en el pico Uhuru ( 5895 m), mi compañero David me sacó unas fotos. Miré detrás y venía Damián. Otra foto. Esperamos por Ramón. La foto y el recuerdo tenía que ser triple. Los tres . Y allí estábamos . Sacamos más fotos y por el frío (sensación térmica de -10/ -12) y las nubes que venían deprisa y cubrían todo, iniciamos el descenso.
      La bajada fue una gozada. Cada uno a su bola una vez que bajamos de los primeros metros. Llegamos sobre las 10 de la mañana al campamento Barafu. Cuando nos reunimos todos, lo celebramos. Descansamos un rato porque este mismo día tendríamos que bajar hasta la cota 3100 metros en el campo Mweka. Sobre las tres y media de la tarde iniciamos el descenso a este campo  al que se va por una ruta más directa y pasando por un campo intermedio.  La bajada, primero  monótona se convirtió luego en una senda por barranquillos entre brezales hasta llegar a Mweka, un claro en la selva húmeda. Llegando , la lluvia arreció. Que más nos daba.  Comentar el día, comer, dormir, soñar y hasta mañana.
ETAPA 6.- DE MWEKA A MOSHI.
       Terminamos de bajar. Recorrido por la selva húmeda en una mañana excelente. Disfrutando del sol y sus rayos que penetraban entre las ramas, bajamos a nuestro aire.  Nos dedicamos a la fotografía y a disfrutar del mundo vegetal  y animal. Los enormes helechos, las plantas de flores llamativas, las próteas salvajes y tantas y tantas plantas nos motivan para escribir un artículo sobre esta flora y sus similitudes con la macaronesia. Pero eso será en otra reseña. Pájaros, hormigas, insectos, monos de cola blanca, los monos negros,…todos nos van deleitando esta caminata que no queremos que acabe nunca. Algunos  porteadores cantaban y chillaban. También ellos iban contentos. Bajaban a Moshi con su trabajo bien hecho. Algunos como  Bariki, Jahi, Innocent, Emanel, Rogendia ( la única chica porter y  de otro grupo que vimos) y otros muchos conforman un recuerdo imborrable en nuestras mentes. Para ellos , para Juma , el guía, Issha, el asistente y para todos los que de alguna manera nos han ayudado a cumplir un pequeño sueño, gratitud eterna.-




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