En geografía, se suele definir como
paisaje geográfico aquel en donde interactúan elementos físicos y humanos. Los que aquí describimos y son parte de
nuestra atención se podrían encuadrar en paisajes geográficos naturales muy
poco modificados o humanizados.
Junto a esto, este artículo trata
no sólo de estos espacios sino también de las personas y sus historias que han
contribuidos a modificar o a utilizar las zonas altas de las islas como lugares
para buscar recursos., de los que entienden las zonas de cumbre como una forma
de vida. Los azufreros, carboneros, mineros en las galerías, neveros, pastores
, colmeneros, están en este grupo y han dejado huellas de un pasado por la
geografía alta de nuestras islas, es
decir, en la zona de cumbre.
Y antes de seguir, un apunte. Utilizo el
término de “cumbre” porque en este tipo de
temas las fuentes orales son fundamentales y en todas me llama la
atención que estos hombres y mujeres lo utilizan con reiteración en lugar de
otros como el de “ montaña”. Pasa algo similar con lo de “bosque”, poco o nada
utilizado, y “ monte”.
Nos centraremos en los colmeneros
y en los asientos de colmenas en la cumbre tinerfeña, o lo que es lo mismo, en
la zona del Parque Nacional y sus aledaños.
Una actividad que junto a la agricultura
tradicional, se desarrolló acumulando conocimientos que permitieron la
subsistencia con un aprovechamiento sostenible del territorio y cuya crisis los
está borrando de nuestra memoria colectiva. Estas actividades permitieron la prosperidad
de muchos pueblos que contaban con explotaciones agrícolas que luego decayeron
por la competitividad (productos que fueron competitivos en otras condiciones
de los mercados, como es el caso de la papa). Las actividades apícolas eran un
complemento ideal, actividades que
decayeron y que hace poco se despreciaba. Hoy, estas
actividades parecen que vuelven a renacer dentro de lo que muchos denominan
como etapa de crisis irreversible pero que muchos, entre los que me incluyo,
entendemos como un modelo que tiene salidas.
Es evidente que el modelo a aplicar no debe pretender perpetuar
explotaciones tradicionales, a modo de parque temático, siendo poco viable la
puesta en marcha de unos productos capaces de suministrar alimentos a un
mercado globalizado. Pero es indudable,
desde el punto de vista del desarrollo rural, que la tipología de explotaciones más adecuada
sería aquella que se inserte en el modelo territorial de la comarca y
suministre alimentos, productos o servicios singulares, contribuyendo a un
manejo adecuado del paisaje, la biodiversidad y el patrimonio rural. Es la que
se denomina “economía territorial”, porque está basada en la cultura del
territorio La importancia del sector turístico en Tenerife, con visitantes que
desean disfrutar de otros valores de la isla, además del sol y la playa,
constituye una excelente oportunidad de mercado para desarrollar estas líneas
de trabajo.
Centrándonos en el tema, la apicultura en Canarias es una actividad
tradicional con un importante arraigo familiar, normalmente paralela a la
profesión principal, considerándola como una afición más que como una profesión
aun cuando parte de los ingresos familiares provienen de ella.
Doce años después de la
conquista de Tenerife, concretamente en 1508, los Acuerdos del Cabildo hacen
alusión, no sólo a las abejeras salvajes, sino también a colmenares y a
colmenas. Estas últimas debían ser iguales a las colmenas fijistas o corchos,
cuyo uso fue bastante general en la Isla hasta mediados del siglo pasado. Debido a la escasez de fuentes escritas, se ha
recurrido a la oralidad cultural, habiendo recogido información de colmeneros
de los distintos municipios.
En Tenerife el sector apícola ha sufrido un
importante desarrollo durante los diez últimos años, duplicándose los censos y
pasando de ser un sector individualista a un sector que se asocia cada vez más,
para realizar actuaciones que la pequeña dimensión de las explotaciones
dificulta realizar de forma individual.
Leyendo artículos del Mundo
Rural ( Cabildo de Tenerife), libros como los de Ulises Martín y M. J. Lorenzo(
Historia y tradición de la apicultura en Canarias), consultando fuentes orales
y caminando, podemos sacar interesantes
conclusiones. Y así, tradicionalmente en Canarias los apicultores han explotado
en sus colmenas abejas locales, que ellos denominan abejas negras o abejas negras
canarias, por diferencia en el color con otras abejas venidas de fuera de las
islas, tanto de América, como del continente. La abeja negra canaria es una
raza muy adaptada al medio, clima y floraciones de las islas, rústica y
resistente, con un buen comportamiento higiénico y buena producción de miel.
La mayor parte de los
colmeneros,( trabajo de hombres más que
de mujeres), se iniciaron, a muy corta edad, en el ámbito familiar. Fue una
ocupación complementaria y doméstica (casi todas las familias poseían dos, tres
o cuatro corchos), orientada a proporcionar la cera y la miel que se necesitaba
para el propio gasto. El asiento o
colmenar, con debidas condiciones protectoras, es el lugar donde, colocados en
forma vertical, se disponen los corchos, resguardándolos el propio colmenero
contra agentes tales como el viento, la lluvia, las altas temperaturas... La
clave para una buena cosecha de miel radica en ubicar los corchos en parajes
donde la flor esté garantizada. Hay plantas sin virtud y otras con virtud o
gracia: chameje, sonaja, poleo, retama... En las plantas las abejas recogen el
néctar y el polen, términos que eran desconocidos por los colmeneros; al
néctar, que portan El objetivo de la trashumancia, principalmente hacia las
cumbres y Cañadas del Teide, no era otro que el de garantizar y ampliar la
cosecha de miel. No todos los colmeneros la llevaban a cabo. Se emprendía a
partir del 3 de mayo, día de la Cruz, hasta que empezaba a llover y arreciaba
el frío. Las llevaban a la retama o al poleo, zona ubicada en cotas más bajas.
Los corchos, a través de caminos
primitivos y ancestrales, se portaban “a lomo” (los hombres al hombro y las
mujeres a la cabeza), en carro, sobre bestias equinas o en camellos. Cada
cierto tiempo se les daba vuelta, surgiendo, a partir de los años cuarenta del
pasado siglo, la figura del cuidador, personaje que vivía en el propio
colmenar, cobrando un tanto por cada una de las colmenas que vigilaba.
Las antiguas colmenas o corchos eran
elaboradas a partir de un fragmento de tronco de árbol (en torno al metro de
largo), “juradas” y mejoradas mediante el empleo de arcaizantes herramientas,
entre las que se encuentran la cavadera y la cuchilla encurvada.
Hay que destacar que en Tenerife
se realiza la trashumancia de las colmenas a las zonas de cumbre desde tiempos inmemorables.
La trashumancia consiste en el traslado de las colmenas a los lugares donde la floración
posibilita un mayor acopio de néctar y/o polen. Debido a la singularidad de la
isla, las primeras floraciones ocurren a nivel de la costa para ir luego
produciéndose en las medianías y acabar en las cumbres. Es por ello, que los
apicultores van trasladando las colmenas intentando facilitar el trabajo de las
abejas y por tanto la obtención de miel.
Los desplazamientos que se
realizaban antiguamente y de los que se tiene mayor constancia, eran
principalmente a Las Cañadas del Teide e inmediaciones, para aprovechar la
floración del lugar, y en la zona de Anaga, porque proporcionaba suficiente
alimento a las abejas en los meses de verano. Con el paso del tiempo y debido a
una mayor profesionalización de la apicultura, que busca la obtención de mieles
monoflorales o monoespecíficas con unas características organolépticas,
físico-químicas y melisopalinológicas especiales, más apreciadas por los
consumidores, se ha incrementado el número de desplazamientos.
En Tenerife se llevan a cabo
varias trashumancias. La primera se realiza durante el mes de marzo a
colmenares altos de la zona sur de la isla, a nivel de Fasnia y Arico para la
obtención de las mieles de tajinaste (Echium virescens). Pero sin duda la que
más destaca es la realizada al Parque Nacional del Teide en busca de la retama
del Teide (Spartocytisus supranubius). Esta trashumancia se inicia sobre el mes
de mayo permaneciendo las colmenas hasta el mes de agosto si la floración lo
permite. Posteriormente a esta, dentro aún del Parque Nacional del Teide pero
orientada hacia la zona sur, se produce la floración de la malpica (Achyranthes
aspera.) También tiene mucho arraigo, aunque ya a menor altura, la realizada a las medianías de la zona norte
de Tenerife desde el municipio de El Rosario hasta La Orotava, en busca del
castaño (Castanea sativa). Esta trashumancia se realiza durante los meses de
junio y julio siendo unas de las últimas.
En general se puede decir
que las mieles de cumbre han sido
siempre muy demandadas en la Isla dándose en altitudes superiores a los 1.200
metros, lo que se corresponde casi en su totalidad con el Parque Nacional de
Las Cañadas del Teide y sus áreas limítrofes. La mayoría están basadas en
floraciones endémicas de esta zona de Tenerife, como la Retama del Teide, la
Malpica (Carlina xeranthemoides), el
Rosalillo de Cumbre, el Tajinaste rojo, el Tajinaste picante, etc.
El valor mitológico y
simbólico del mundo de las abejas se acrecienta cuando escuchamos relatos concernientes al oreo; al hecho,
plenamente compartido, de que las abejas predicen el tiempo; la creencia en el
luto (lazo negro que se le ponía a la colmena cuando fallecía el dueño o algún
allegado, para evitar que aquélla pereciera); o contemplar al colmenero de
noche, tras su fallecimiento, merodeando
el ámbito del asiento donde se alzaban sus corchos. Estrategias estas últimas
-la del luto y la aparición- encaminadas a lograr que prosiguieran los mismos
cuidados y atenciones, porque, de no ser así, las colmenas acabarían
perdiéndose.
El
sector de la apicultura no sufrió prácticamente modificaciones en toda su
historia, hasta que a finales del siglo XX, alrededor de los años 80, se
produce en Canarias y Tenerife la modernización del sector, con la sustitución
paulatina de las colmenas antiguas o “corchos” por colmenas de alzas o
movilistas, que conjuntamente con apoyos institucionales y la aparición del asociacionismo
en el sector, han producido un impulso de la actividad del sector y por tanto
de la miel de Tenerife. El vínculo entre Tenerife y el sector de las mieles
está presente en las tradiciones y folclore que constituyen el acervo cultural
de la isla, formando parte de gran
número de recetas tradicionales, entre las que cabe destacar el gofio amasado
con miel y almendras
Aparte de los valores históricos, folklóricos, botánicos, zoológicos..., hay otros, también de notorio
interés: lingüísticos (el rico vocabulario de los colmeneros) y los propiamente
didácticos. Sus posibilidades pedagógicas son impresionantes y en la actualidad empiezan a proliferar ferias
y museos (de “pequeños apicultores”)
destinados a los escolares
Respecto a la toponimia de nuestra geografía ,
los lugares y accidentes geográficos que reciben nombres relacionados con este
tema son innumerables. Y así, en las
zonas de cumbre tenemos topónimos como la Abejera Grande y la Chica,
relacionando con el rasgo de tamaño, el asiento de colmenas de Pico Viejo, El
colmenar de La Florida, y otros por toda
la geografía como el Roque de las Abejeras (Arona), La Hoya de las Colmenas (El
Frailete, Teno Alto), Las Colmenas (Benijos), etc.
En concreto, en el Parque
Nacional, el boletín del Parque (Julia
Reverón Gómez Técnico del Parque
Nacional del Teide) nos habla que el Plan Rector de Uso y Gestión considera la
apicultura es un aprovechamiento
tradicional y autoriza su práctica en el Parque Nacional. Esta actividad se
desarrolla conforme a unas normas anuales que regulan el aprovechamiento,
derivadas de los criterios establecidos en el Plan de Aprovechamiento Apícola. La
Administración autorizó 2.892 colmenas en el año 2013, sin embargo, los
apicultores realizan la trashumancia con 643 cajas, que es la cantidad más baja
del periodo de años 2000-2013. Colmenas autorizadas e instaladas . Decir que hay una diferencia entre colmenas
autorizadas e instaladas en el Parque Nacional del Teide y las de transhumancia
Pese al reducido número de
apicultores que realizaron la trashumancia al Parque Nacional , colmenares como
los de Cañada del Cedro y El Sanatorio,
los de Izaña en las cercanías del
mirador de la Crucita, Fasnia, Arico, o los de la zona de Fortaleza, son muy
apreciados.
Otros como los de Pico Viejo y
el Asiento ChoMaría , han quedado en desuso debido a su aislamiento y difícil
acceso. A estos nos vamos a referir ya que en nuestro reciente paseo pudimos
visitarlos.
Respecto al asiento de Pico Viejo, en las mismas faldas de la montaña, a
tiro de piedra de los corredores de Munich y de la cara norte de Pico Viejo,
decir que cayó en desuso en los sesenta
y que en la actualidad, unas pocas paredes de piedra seca dan testimonio
de su existencia.
Pero sin duda, el asiento más llamativo y
ejemplo tipo de este tipo de actividades en el pasado y su influencia en la
vida del campesino y en la orografía, sea el asiento de ChoMaría, posiblemente
en honor a una dama que tenía colmenas allí. Espacio de difícil acceso, casi
pérdido en la inmensidad de la zona de pinar y malpaís a las faldas del padre Teide, es un área
extensa de muros que sirven de resguardo a los corchos que antes se
depositaban. Muros en disposición horizontal de este a oeste, de aproximadamente
en su mayoría de un metro de altura y que en muchos casos tenían un suelo con
lajas bien dispuestas. Además, la senda que los rodea por el oeste está
empedrada en una pequeña subida y en magnífico estado de conservación. Por
fuentes orales hemos podido constatar que a partir de los años 50 casi se dejó
de usar y después de 1956, finales de esta década ( en opinión de Damián
Pérez), quedó en desuso total. En su parte alta, goros y cavidades para
quedarse a cuidar o a realizar en varios días las labores propias de la
actividad. Incluso hemos podido constatar un pequeño secadero u horno a ras de
suelo. Una enorme pirámide de piedras a modo de vígía para localizar el asiento
y una cruz de madera , son elementos, entre otros, que hoy podemos también ver. Su localización es mejor que quede más en el anonimato pues
los restos de basura, pensamos de algunos cazadores desaprensivos, están
presentes. En nuestra visita, recogimos restos y en nuestro recorrido por los lugares
cercanos, (cueva de Cazadores , Abruncos,…) también. Tan es la falta de
sensibilidad de algunos que dejan basura y no se fijan en restos de cerámica
aborigen, que también localizamos aunque “descontextualizados”. Al pasar por la
Cruz de ChoLoreto , colmenero de cumbre de La Guancha, y leer y escuchar su
historia// ver en este mismo blog la entrada sobre este tema, http://manoloalonso.blogspot.com/2018/05
del 18 de mayo de 2018 // de boca de nuestro amigo A. Damián Pérez , nos invadió
un profundo sentimiento de respeto a todos estos personajes, mujeres y
hombres como este Antonio Pérez ( ChoLoreto), don José
Trujillo Barrios (“José Pataqueso”), vecino de Las Canteras (Los Silos) o los
más recientes premiados en 2013 en el XVII Concurso de Mieles de la Casa de la
Miel de Tenerife, Juan Jesús Ramos Fariña
y María Dolores Afonso Duranza y
tantos otros.
NUESTRO
RECORRIDO, ( Damián, Victor, Rafael y el que escribe), este día 4 de enero 2019
partió de La Guancha y tras pasar por El Lagar y Barranco La Arena, subimos por
senda entre escobones y pinar hasta la galería de Fuente Pedro. Después hasta
la Cruz de Cho Loreto y de allí, tirando de mapas, orientación, coordenadas que
habíamos anotado y teniendo en cuenta también las breves indicaciones de Damián
, fuimos a para al asiento de ChoMaría. Después de un rato, seguimos nuestro
camino campo a través hasta la cueva de Cazadores, valle de Abruncos, galería
Las Nieves y de nuevo hasta el barranco
de La Arena , Lagar y La Guancha. Al final, comida por todo lo alto, con vino
Zanata, como no podía ser menos.
DAMIÁN Y LA FORTALEZA ATRÁS
MONTAÑA NEGRA
ABRUNCOS
RESTOS DE CERÁMICA ABORIGEN
ABEJERA
CUEVA DE CAZADORES
LA FORTALEZA A LO LEJOS
¡LOS REMATES FINALES!
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