Anotaciones previas.
Las islas Cíes, en el
municipio de Vigo, forman un archipiélago situado en la boca de la ría del
mismo nombre, en las Rías Bajas gallegas, en la Provincia de Pontevedra
(España), formado por tres islas: Norte o Monteagudo, Del Medio o do Faro y Sur
o San Martín. Este archipiélago forma parte junto con las islas de Ons, Sálvora y Cortegada del parque nacional de las
Islas del Atlántico Norte.
Las Cíes están orientadas según un sistema de
fracturas paralelo a la costa en dirección N-S. Distan aproximadamente 14,5 km
de la ciudad de Vigo. Fueron declaradas parque natural en 1980, y están
incluidas en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia creado en
2002.
El archipiélago de las
Cíes está compuesto también por los islotes de a Agoreira o Boeiro, Penela dos
Viños, Carabelos e Ruzo. Situado en la bocana de la ría de Vigo pertence a este
ayuntamiento. Es parque natural desde
1980 y Zona de Especial Protección para Aves (ZEPA) desde 1988 También ,
Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) “Islas Cíes” 2001. En noviembre del año
2013 el Ayuntamiento de Vigo inició los trámites para que las Islas sean
declaradas Patrimonio de la Humanidad. En febrero del año 2007 el periódico
británico The Guardian eligió la playa de Rodas como «la mejor playa del mundo».
La isla de Monteagudo está separada de la costa del cabo Home, en la península
del Morrazo, por el canal Norte, y de la isla de San Martiño por un estrecho de
aproximadamente 500 metros conocido como Freu da Porta. Mientras, la isla do
Faro ha acabado unida a la isla Norte por una acumulación de arena en la parte
interior del archipiélago, en la cara este de las islas, que forma la playa de
Rodas, de 1200 metros. Al subir la marea, el agua pasa entre las dos islas por
la cara oeste y, taponada por la playa, se llena la albufera formada entre el
arenal y las rocas. El pico más alto se encuentra en la zona norte de la isla
de Monteagudo, en el Alto das Cíes, de 197 metros de altitud y tiene una
superficie emergida de 434 hectáreas.
Geología
Proceden de finales del Terciario, cuando se
produjeron los hundimientos de algunas partes de la costa, con lo que penetró
el mar y se crearon las rías. Todas las islas atlánticas son las cumbres de las
sierras costeras que quedaron parcialmente bajo el mar y están formadas casi en
su totalidad por piedra granítica. Son islas
montañosas con una cara oeste abrupta, con acantilados casi verticales
de más de 100 metros y numerosas cuevas (furnas) formadas por la erosión del
mar y el viento. La cara este tiene laderas algo más suaves cubiertas por
bosques y matorral y se encuentra protegida de los vientos atlánticos, lo que
permite la formación de playas y dunas.
Clima
Húmedo aunque hay que
decir que las borrascas atlánticas pasan sobre las islas, descargando al chocar
con la costa, por lo que reciben más o
menos la mitad de lluvia que el resto de la costa de las Rías Bajas.
“Parque
Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia”
En julio de 2002, el gobierno español aprobó
la normativa que catalogaba este espacio como
parque . recordar que los parques nacionales son áreas naturales poco
transformadas por la acción humana que, sobre la base de su interés
paisajístico, geológico, sus ecosistemas o la singularidad de su flora y su
fauna, poseen unos valores estéticos, ecológicos, educativos o científicos por
los que merecen una especial protección. Comprende las islas
gallegas de Ons, Cíes, Sálvora y Cortegada. En las Cíes están excluidas, por
tanto, todas las actividades que alteren o pongan en peligro la estabilidad de
los ecosistemas. Se permite la pesca artesanal profesional, siempre supeditada
a la conservación de los recursos naturales. Sí se apoyan las actividades
tradicionales que hayan contribuido a conformar el paisaje y que sean
compatibles con su desarrollo. Las ZEPAs son zonas a proteger especialmente
para evitar la contaminación y el deterioro de los lugares en que habitan y
nidifican las aves de forma permanente o en sus migraciones.
Flora
El pinar es una formación
boscosa presente pero la presencia de elementos arbustivo como el matorral
tiene mucha importancia. El matorral se
compone fundamentalmente de especies autóctonas, como el toxo (tojo), la xesta
(retama), la esparraguera, el torvisco o la jara. Los pinos muchas veces se ven atrapados por enredaderas
y existe un suelo cubierto de helechos. El
bosque es el que ha sufrido las mayores alteraciones, pues han desaparecido
especies autóctonas como la higuera y otras como el rebollo han quedado
reducidas a áreas casi testimoniales, al haber repoblado con pino y eucalipto
casi una cuarta parte de la superficie del parque. Los vientos fuertes con alto
contenido en sales dificultan, a su vez, el desarrollo de los árboles. En las
dunas, playas y acantilados se mantienen especies, algunas de ellas endémicas
del litoral galaico-portugués, propias de estos medios, con unas condiciones
físicas y climatológicas muy extremas. Destaca la presencia de la armeria
(Armeria pungens), conocida en toda Galicia como herba de namorar, en peligro
de extinción, y una importante cantidad de caramiñas (Corema album) que además
son las únicas en el sur de Galicia. En la zona de la laguna se encuentra
vegetación típica de marismas, como los juncos.
Fauna
Sin duda , uno de los elementos más
llamativos. Unas 22.000 parejas de gaviotas patiamarillas constituyen la
colonia más grande del mundo y es la especie dominante en Cíes. La sigue el
cormorán moñudo, con 2.500 parejas, y la gaviota oscura, con 20 parejas. En
1960 se censaron 400 parejas de arao ibérico, que en la actualidad se encuentra
casi extinguido en las islas. Hay otras muchas especies de aves rapaces,
palomas torcaces, pardelas, alcatraces, tórtolas, pájaros carpinteros y otros
pájaros de diferentes clases, que nidifican en árboles y acantilados. Asimismo,
numerosos y variados tipos de aves invernan o descansan en sus viajes
migratorios. En el Alto da Campá (Illa do Faro) y en el Faro do Peito (San
Martiño), existen observatorios ornitológicos. También hay en la Illa do Faro
un aula de la naturaleza. Conejo, erizo y nutria son los únicos mamíferos
silvestres con cierta presencia actualmente. También hay ratones de campo,
musarañas y murciélagos, así como algunas otras especies de pequeño tamaño y en
menor cantidad. Reptiles, representados por diferentes tipos de lagartos,
lagartijas y culebras,anfibios (en menor medida por la escasez de agua), como
salamandras y sapos, e invertebrados como los caracoles, escarabajos, arañas y
mariposas acaban completando la fauna de las islas. La zona submarina que rodea
Cíes forma uno de los ecosistemas más ricos de la costa gallega. Lo más
destacable es un importante bosque de algas pardas. El perímetro de las islas
tiene diferentes tipos de entornos: los acantilados, expuestos al fuerte
oleaje, están poblados por percebes y mejillones. En su parte submarina, muy
pedregosa, se pueden encontrar nécoras, centollos, bogavantes y pulpos. En las
playas de las zonas más protegidas hay multitud de moluscos bivalvos, así como
rodaballos, sollas y lenguados. Las zonas rocosas pero protegidas del interior
de las islas están pobladas por verdaderos bosques de anémonas y numerosos
erizos de mar. Habitualmente las aguas que rodean las Cíes son visitadas por
delfines, ballenas y tortugas marinas. El sistema de circulación de aguas que
entran y salen de las rías gallegas y la mezcla de agua dulce y salada
favorecen la concentración de nutrientes y microorganismos que suponen fuente
de alimento al resto de las especies marinas.
Historia
En la antigüedad fueron llamadas Siccae ('áridas'). Desde la antigüedad,
los hombres visitaron y habitaron las Islas Cíes. Se han encontrado en las Cíes
restos arqueológicos que datan la presencia humana sobre el 3500 a. C., si bien
los restos del primer asentamiento humano de que se tiene constancia son un
castro de comienzos de la Edad de Hierro. También se tiene constancia de un
asentamiento que data de la Edad de Bronce (entre el 500 y el 100 a. C.), es un
castro situado en las laderas del monte Faro. Por allí pasaron los romanos
entre otras civilizaciones En la Edad Media fueron habitadas por monjes de
diversas órdenes, también estuvieron los Normandos. En el siglo XI estuvieron
allí los benedictinos, que las abandonaron y volvieron a finales del siglo
XIII. En el siglo XIV se asentaron allí los franciscanos. También pasó por ahí
la Orden de Cluny. De esta alternativa ocupación de las islas quedan como
prueba los monasterios de San Estevo en la Isla do Faro y de San Martiño en la
isla de su nombre, así como una fábrica de salazón sobre cuyos restos
actualmente hay construido un restaurante. Las idas y venidas de los monjes
eran debidas a que, por su cercanía a la ciudad de Vigo, el archipiélago era
frecuentemente atacado y usado como base de operaciones por piratas turcos y
normandos, así como armadas invasoras, como por ejemplo la inglesa, comandada
por Francis Drake que asoló las poblaciones de la Ría de Vigo. Esta situación
dura hasta el siglo XVIII, lo que acaba produciendo su despoblamiento. A
mediados del siglo XIX se construye el primer faro en la Isla do Medio, que
acaba llamándose Isla do Faro. En esa fecha las islas ya volvían a estar
pobladas por algunas familias de O Morrazo que se dedicaban a la pesca y a la
ganadería ovina y caprina. En los años sesenta las islas se despueblan de
nuevo, esta vez definitivamente. En los años setenta y ochenta comienzan a ser
utilizadas como destino turístico y de descanso Todo esto hace que la
degradación ambiental aumente en las últimas décadas y fuera necesario a todas luces su protección ambiental.
El hundimiento del
petrolero Prestige supuso una catástrofe. El director de Parques Nacionales
reconoció que, en una primera oleada, el 85% del parque nacional resultó
afectado. Con posteriores oleadas, la cifra llegó al 90%. Las Cíes se vieron
afectadas en un 30%. Las islas que forman el parque fueron la barrera natural
que frenó la entrada del fuel en las Rías Bajas. Actualmente sólo están
ocupadas por los servicios del parque, camping y restaurante y el acceso está
restringido a un máximo de 2.200 personas diarias.
ITINERARIOS SEÑALIZADOS
Realizamos varios recorridos y como la guía del parque está muy
completa en este aspecto, nos limitamos a copiarla aquí para mayor
difusión. Existen 4 senderos
señalizados, situados entre las islas del Faro y Monteagudo, ya que la isla de
San Martiño aún no dispone de equipamientos de uso público. Debido a las
características físicas del terreno y a la zonificación existente, todos los
recorridos son de tipo lineal, aspecto a tener en cuenta para planificar la
visita; no obstante, la duración media estimada del itinerario aparece
detallada en los folletos de Cíes del parque.. Todos tienen su inicio en la
caseta de información del Parque Nacional, donde podemos resolver las dudas o
solicitar información sobre los recorridos o cualquier aspecto de interés.
1.- Ruta del Monte Faro ( recorrido realizado )
-Distancia: 7,4 km (ida
y vuelta).
-Duración del
recorrido: 2 h 30 minutos (ida y vuelta).
-Desnivel máximo: 175m.
-Principales puntos de
interés: Playa y dunas de Rodas, O Lago, Centro de Información, Pedra dá Campá,
Observatorio de aves, Faro de Cíes.
-Descripción del
itinerario: Este es el recorrido más emblemático y frecuentado de todos los
realizados en el archipiélago, ya que finaliza en el punto más alto que es
posible visitar de todo el Parque Nacional, además tiene una de las vistas más
espectaculares del mismo. Es, a la vez, el recorrido más largo, con mayor
desnivel y el más expuesto a las inclemencias meteorológicas, aspectos a tener
en cuenta antes de comenzar la ruta.
Desde la caseta de información
vamos por el camino de roderas de
cemento que comienza en dirección sur a la izquierda de ésta, encontraremos el
indicardor de dirección del Faro. En estos primeros metros gozaremos de la
espectacular playa de Rodas, que con su casi kilómetro y medio de longitud une
las islas de Monteaguo y Faro, mostrando la acción dinámica de los vientos y
corrientes marinas en su peculiar formación de la playa-barrera. Poco después
llegaremos al “O Lago” conocido antiguamente como “Lago dos nenos” (lago de los
niños), una de las zonas de mayor interés y fragilidad del Parque Nacional.
Está delimitado en su cara oeste por un dique construído a finales del siglo
XIX para facilitar la comunicación entre las dos islas, necesaria tras la
instalación de varias fábricas de salazón y un vivero de marisco en el propio
lago. Este dique, junto al dique natural que forman las rocas al oeste del
lago, hacen frente a las batidas del océano Atlántico y regula la entrada de
las aguas al Lago. La poca profundidad, la tranquilidad y la mayor temperatura
del agua hacen del lago un lugar ideal para el refugio y la cría de multitud de
especies que podremos observar si la claridad del agua lo permite: sargos,
mújeles, doradas, lubinas…son algunas de las especies más habituales a las que
se suman los pulpos, congrios o centollas, si contamos con un poco de suerte y
algo de paciencia. Una vez en la isla del Faro, llegaremos a la entrada del
camping, único lugar donde el visitante puede pasar la noche y que dejaremos a
mano izquierda para continuar por nuestro camino. Pasaremos también por los
baño públicos, que cuentan con aseo accesible a personas con discapacidad. En
6-7 minutos llegaremos a la zona más abrigada y humanizada de la isla, donde se
encuentra el centro de información, la mayor parte de las instalaciones y
dependencias del personal del parque y unas pocas viviendas de propiedad
particular que son ocupadas en temporada estival. Unos 300m.después del Centro
encontramos el cruce principal de esta isla, donde tomaremos la pista que
asciende a nuestra derecha y que, tras la curva, nos ofrece una vista de la
isla de San Martiño y la playa de Nosa Señora, una de las más bellas de estas
islas. A media subida, donde los árboles ya no pueden crecer y dan paso a los
tojos y las jaras, podemos hacer un pequeño paréntesis y acercarnos a la
peculiar “Pedra da Campá”, roca
perforada por la fuerza erosiva de los vientos atlánticos cargados de salitre,
y hasta el observatorio de aves desde donde podremos observar los lugares de
cría de la gaviota patiamarilla y el cormorán moñudo; dos de las especies de
aves marinas más representativas del Parque Nacional. La altura y situación del
lugar nos permite gozar de magníficas vistas del lago y la playa de Rodas, y
observar el impresionante contraste entre las dos vertientes de la isla : la
cara este de perfil suave, y la oeste marcada por la fuerza del océano y la
caída del acantilado. Recuperamos el camino anterior que, culebreando, llegará
hasta el alto del monte donde se encuentra el Faro. Desde allí, rodeados de
gaviotas que juegan con el viento y con 175 metros de vertiginosos acantilados
a nuestros pies, consideraremos el archipiélago de Cíes en su conjunto, que a
modo de dique gigante protege a la ría de Vigo del poderoso latir del océano
Atlántico.
2.- Ruta del "Faro
da Porta" (ruta realizada)
-Distancia: 5,2 km (ida y vuelta).
-Duración del recorrido: 1 h 45 minutos (ida y vuelta).
-Desnivel máximo: 55m.
-Principales puntos de interés: Playa y dunas de Rodas, O Lago, Centro
de Información, Playa de Nosa Señora, Faro dá Porta.
-Descripción del itinerario: Esta ruta parte del mismo sitio que la
anterior ,a la izquierda de la caseta de información,siguiendo el camino tras
la playa de Rodas y el “Lago”. Una vez llegamos a la isla del Faro, y pasado el
camping y el Centro de información, llegamos al cruce principal de la isla del
Faro y continuaremos de frente por la pista de roderas, dejando a mano
izquierda la acogedora y protegida playa de Nosa Señora y el islote de Viños,
lugar preferido por los cormoranes moñudos para secar sus plumas al viento o al
sol y donde podemos disfrutar de una bonita vista a unos 100m. del cruce. A
unos 45 minutos de haber empezado a caminar llegaremos al embarcadero de
Carracido, utilizado ahora como puerto de servicio y que fue construido para
facilitar el acceso a los faros de esta isla. A partir de aquí el camino
asciende levemente bordeando la costa sur de la isla hasta finalizar en el
pequeño y automatizado Faro da Porta, a 53 m. sobre el nivel del mar y situado
en el extremo norte del llamado Freu da Porta. Los 500m. de este estrecho canal
de agua y las fuertes corrientes separan la isla de San Martiño, la más salvaje
del archipiélago de Cíes. Sentados en las rocas al pié del Faro, la “Furna da
Porta” (cueva marina) muestra el trabajo incansable del mar en forma de oscuras
y profundas cuevas, que suponen el refugio ideal para las crías del cormorán
moñudo. Armerias, hinojo marino,angélicas… son alguno ejemplos de las plantas
propias de acantilados que podemos encontrar en las inmediaciones de este faro.
Gozaremos tambiénde una magnífica panorámica de la isla Sur, destacando desde
aquí la Punta y Furna da Galeira, impresionante acantilado coronado por una
cruz de piedra instalada en memoria de los 26 marineros de Moaña que
fallecieron en el naufragio del “Ave del Mar” en los años 50.
Islas Cíes.Por último, si miramos hacia la ladera del monte Faro,
observaremos entre la vegetación los restos del llamado “Castro das Hortas”,
antiguo poblado castreño que constituye el depósito arqueológico más importante
hallado hasta la fecha en las Cíes. Si se desea, es posible combinar los dos
itinerários detallados anteriormente a través de un sendero que los une y que
se encuentra señalizado tanto en los mapas como en el terreno, permitiendo
hacer un recorrido prácticamente circular.
3.- Ruta del "Alto
do Príncipe"
-Distancia: 3 km (ida y vuelta).
-Duración del recorrido: 1 h 15 minutos (ida y vuelta).
-Desnivel máximo: 122m.
-Principales puntos de interés: Complejo dunar Figueiras-Muxieiro,
Playa de Figueiras, Silla de la Reina.
-Descripción del itinerario: Una vez en la caseta de información
cogeremos la pista que sale a su derecha y asciende por la zona este de la isla
de Monteagudo, indicada como del Alto do Príncipe en la señalización. El
complejo dunar de Figueiras- Muxieiro, a nuestra derecha, es el primer elemento
interesante de esta ruta. Se trata de un sistema dunar importante tanto por su
extensión como por su estado de conservación, donde se puede observar toda su
estructura desde las dunas móviles hasta las dunas más estabilizadas, y donde
se localiza una magnífica representación de especies animales y vegetales
específicamente adaptadas a estos frágiles ecosistemas. Algunas de estas
especies dunares son: tomillo bravo (Helichrysum italicum subs..serotinum), la
emblemática camariña (Corema album), propia de la zona matorral de trasduna, o
la escasa”hierba de enamorar” (Armeria pungens), que constituye la localización
más septentrional de esta especie, no estando datada hasta la costa sur
portuguesa. Este primer tramo nos lleva hasta el camino de acceso a la playa de
Figueiras, de tradición nudista, a la que podemos asomarnos para gozar de una
espléndida panorámica de la cercana Costa da Vela. Volviendo a la pista
forestal, seguiremos ascendiendo hasta llegar al cruce principal de la islã de
Monteagudo, a unos 20 minutos del punto de partida. La superficie colonizada
por acacias y eucaliptos plantados en los años 50 domina esta parte de la isla,
aunque en algunas vaguadas podemos comprobar el resultado de las repoblaciones
llevada a cabo durante los últimos años con especies arbóreas autóctonas y
otras propias de zonas de ribera y de litoral atlántico como alisos,laureles,
sauces o robles. Desde este mismo lugar, mirando cara a la ría y bajo el frente
de eucaliptos y pinos podremos observar un pequeño bosquete de rebollos
(Quercus pyrenaica), último reducto de la vegetación arbórea autóctona de Cíes
y que es objeto de un programa de recuperación específica. El paisaje empieza a
cambiar a medida que ascendemos por la pista que sale a la izquierda del cruce;
los árboles empiezan a perder terreno respecto a la vegetación de matorral,
debido a la falta de protección ante los fuertes vientos atlánticos cargados de
salitre en el cada vez más escaso suelo. Serpenteando en dirección sur, el
camino continúa hasta que después de una pequeña bajada se abre para
descubrirnos parte del espectacular paisaje del que gozaremos en unos minutos.
Estos últimos 100 m. de subida transcurren por una senda entre rocas modeladas por
el viento y el agua hasta llegar a la “Silla de la Reina”, caprichosa formación
rocosa resultado de esa tremenda acción erosiva y que constituye uno de los más
hermosos miradores de las islas. Además de la visión del Faro de Cíes,
imponente sobre los 175m.de acantilado a sus pies, su situación permite
observar el contraste entre las dos vertientes de las islas mucho mas abruptas
en la cara oeste, que da al mar abierto, que en la que mira a la ría, de perfil
mucho más suave. El arenal de Rodas, la tranquilidad del mar en su recogida
bahía, el lago o la exuberante vegetación arbórea, en comparación con las casi
desnudas y escarpadas laderas de poniente, nos dan una idea de la protección
natural que ofrecen las islas a la ría de Vigo.
4.- Ruta de Monteagudo
-Distancia: 5,6 km (ida y vuelta).
-Duración del recorrido: 1 h 45 minutos (ida y vuelta).
-Desnivel máximo: 60m.
-Principales puntos de interés: Complejo dunar Figueiras-Muxieiro,
Playa de Figueiras, Observatorio de aves, Faro do Peito o Monteagudo, Furna de
Monteagudo.
-Descripción del itinerario: Como en el resto de itinerarios,
partiremos de la Caseta de Información. Junto a ésta, y a la derecha bajo el
gran panel que nos presenta el espacio natural, encontraremos la primera
indicación hacia el Faro do Peito o de Monteagudo, situado en el extremo
Noroeste de la isla en la que nos encontramos ahora, la isla Norte. La ruta
coincide en esta primera parte del recorrido con la del Alto del Príncipe y al
llegar al cruce de esta islã seguiremos por el sendero que continua hacia el
Norte, dejando a mano izquierda en sus primeiros metros otra de las zonas de
repoblación de robles y rebollos. Tras la repoblación se abre un gran claro. Hacia
la izquierda, a unos 50m de donde estamos, veremos una peculiar construcción,
situada sobre la Ensenada de Chancelos. Se trata de un pequeño quemadero, donde
hace años se incineraban todos los residuos generados en las islas y hoy
prácticamente en desuso. Desde aquí es fácil observar el modelado “en bandera”
que presentan los árboles del extremo del eucaliptal y los pocos pinos
diseminados por “A Valgada”. Al ser los
más expuestos a los vientos procedentes del mar, han ido creciendo de forma
asimétrica, “peinados”a favor de los fuertes vientos dominantes y adquiriendo
ese curioso porte de bandera que nos da una idea de las duras condiciones de
vida que impone el medio. Continuamos por la pista, algo más estrecha, hacia el
Norte. La vegetación arbórea, ahora escasa, ha ido dando paso al matorral,
dominado por un espeso tapiz de tojo (Ulex europaeus sbsp lacteobracteatus) y
que a partir de primavera viste de amarillo las laderas. Poco a poco nos
aproximamos al pie del alto de Monteagudo (al que no se puede acceder por
encontrarse dentro de la zona de reserva), cuya característica forma da nombre
a esta isla. En este punto el camino se bifurca; por la izquierda nos lleva a
través de una pequeña zona arbolada donde encontraremos las ruinas de un
antiguo asentamiento isleño, hasta el observatorio de aves. Cientos de
cormoranes moñudos y gaviotas patiamarillas se concentran en estas escarpadas
laderas llenándolas de incesante y bulliciosa actividad en época de cría.
Aunque desde aquí es visible el Faro do Peito o de Monteagudo, es necesario
retroceder un poco y descender por una senda a nuestra izquierda que enlaza con
el camino que lleva hasta él. La silueta de la Costa da Vela y Cabo Home, a tan
sólo 2,5 km al Este, convierten a este
punto en el lugar del archipiélago más cercano al continente, donde desde 1904
el pequeño faro automático guía la entrada de los barcos a la Ría de Vigo. Al norte, se divisa el suave perfil de las
islas Onza y Ons, protegiendo la Ría de Pontevedra. Bajando por una pequeña
pista de cemento, podemos acercarnos a una pequeña furna, cueva marina
producida por los embates de las olas y la particular estructura de la roca
granítica, que hace que se fracture de forma vertical. Esta formación es un
pequeño ejemplo de las grandes furnas de la cara Oeste. En este entorno podemos
observar plantas como la “herba de enamorar” (Armeria pubigera) y el hinojo
marino (Chritmum maritimum), que soportan condiciones de alta salinidad y viven
entre las rocas junto al mar. Hasta este punto habremos tardado desde el inicio
del recorrido una hora aproximadamente. El regreso hasta la bifurcación situada
al pie de Monteagudo lo haremos por el sendero que bordea el litoral y que en
varios puntos nos permite disfrutar de la vista, hacia el Sur, de la Costa de
Cantareira, Punta Muxieiro e incluso de la silueta de la costa de Baiona. Una vez
allí, no tenemos más que desandar el camino hasta la Caseta de Información, a
la que llegaremos tras unas dos horas de agradable paseo.